Soy escéptico a los sistemas o dogmas humanos: la ciencia moderna, las religiones, la metafísica y los sistemas políticos y económicos ¿En qué creo? He encontrado que en la duda sensata está la respuesta: Cogito ergo sum.

03 abril, 2014

Algunas citas de científicos y eruditos contra la Teoría de la Evolución

''The central, unifying principle of biology is the theory of evolution,'' Dr. Dini. 

C. S. Lewis señala además que si la evolución atea fuera cierta deberíamos poner en tela de juicio hasta nuestra propia capacidad de raciocinio: “Si el sistema solar surgió por un choque accidental, entonces la aparición de la vida orgánica en el planeta también fue un accidente, y la evolución del Hombre también fue accidental. Si esto es así, entonces todos nuestros razonamientos son simplemente accidentes casuales–el resultado accidental del movimiento de los átomos. Y esto incluye también los razonamientos de los materialistas y de los astrónomos y de todos nosotros. Pero si sus pensamientos–es decir los de los materialistas y astrónomos–son simplemente productos accidentales, ¿qué motivos hay para suponer que son verdaderos? No veo ninguna razón válida para creer que un accidente pudiera provocar una explicación correcta de los otros accidentes” (C. S. Lewis, Dios en el banquillo de los acusados. Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1970, pp. 52–53). 

Richard Lewontin, biólogo de Harvard, dijo: “Estamos de parte de la ciencia a pesar de la evidente ridiculez de algunos de sus postulados, a pesar de la tolerancia de la comunidad científica en cuanto a las infundadas historias idealistas, ya que nos comprometimos anteriormente...con el materialismo...No podemos permitir que un Pie Divino se introduzca por la puerta” (Billions and Billions of Demons, New York Review of Books, 9 de enero de 1997, p. 31). 

El Dr. Raúl O. Leguizamón declaro: “Pero la verdad es que Darwin no convenció para nada a los mejores científicos de la época. Esto es muy importante y esto está bien documentado. Cuando hablo de los mejores científicos de la época, les puedo nombrar a gente del calibre del doctor Louis Agassiz el mejor ictiólogo del mundo, en su momento el suizo que después acabó en la universidad de Harvard. Richard Owen, el mejor anatomista de Europa, inglés. Adam Sedgwick, el mejor geólogo británico. Karl Ernst von Baer el padre de la embriología moderna, alemán, por supuesto. Albert Kölliker, anatomista y zoólogo suizo. Henri Fabre, gran entomólogo francés. Germán Burmeister que era ese médico y paleontólogo alemán, que terminó sus días acá en Argentina. François Pictet zoólogo y paleontólogo suizo. Luis Armando de Quatrefages un gran antropólogo francés. Pasteur tiene dimensiones públicas contra el darwinismo e incluso el propio Mendel que era antidarwinista. Esto generalmente está muy silenciado, muy censurado...Adam Sedgwick, el más prestigioso geólogo británico de la época, y más o menos conocido de Darwin, escribió lo siguiente: “me aventuro a afirmar que nadie que tenga alguna reputación científica ha hablado bien del libro «El Origen», o lo ha considerado con algún sentimiento que no fuese de profunda adversión. Digo esto deliberadamente después de haber intercambiado ideas con algunos de los hombres de ciencia mejor informados...Esto en cuanto a los científicos. A quienes realmente fascinó Darwin fue al mundillo pseudocientífico de su tiempo, a los naturalistas aficionados, a los librepensadores, en fin, como nota agudamente el gran dramaturgo inglés (irlandés en realidad) Bernard Shaw, a todos aquellos que no podíamos soportar la idea de un Dios Creador”.

Probablemente la razón más prevaleciente por la cual el hombre común cree en la evolución, es que se le dice que todos los científicos creen en ella. Sin embargo, un artículo publicado hace poco en un periódico indicaba que un grupo de más de 500 científicos descreía la evolución completamente, en cada una de sus facetas. Uno de los científicos más prominentes del mundo, Sir Cecil Wakeley, cuyas credenciales son bastante impresionantes – Caballero Comendador del Imperio Británico, Caballero de la Orden del Baño, Doctor en Leyes, Maestro en Cirugía, Doctor en Ciencias, Miembro del Colegio Real de Cirujanos, ex presidente del Colegio Real de Cirujanos de la Gran Bretaña, dijo: "La Escritura es muy definida en el sentido de que Dios creó el mundo, y yo en primer lugar creo que eso es un hecho, no una ficción. No hay evidencias, científicas ni de ninguna otra clase, que apoyen la teoría de la evolución'". 

El evolucionista Richard Goldschmidt reconoce que es imposible que las micromutaciones formen alguna nueva especie. En su libro Theoretical Genetics (Genética teórica), él dijo: "Es cierto que nadie hasta ahora ha producido ninguna nueva especie, o género, etc., mediante la macromutación. Igualmente es cierto que nadie ha producido ni siquiera una especie mediante la selección de las micromutaciones”. 

El profesor Enoch, zoólogo de la Universidad de Madrás, dijo: "Los hechos de la paleontología parecen apoyar la creación y el diluvio, más bien que la evolución. Por ejemplo, todos los principales grupos de mvertebrados aparecen 'de repente' en el primer estrato fosilífero (el cambriano) de la tierra, con sus distintas especializaciones, lo cual indica que todos fueron creados casi al mismo tiempo…” 

El vocero evolucionista T. H. Morgan, en su libro Evolution and Adaptation (Evolución y adaptación), dijo: "Dentro del período de la historia humana no conocemos ni un solo caso de transformación de una especie en otra... Se puede afirmar que la teoría de la descendencia carece, por tanto, del rasgo más esencial que necesita para colocarla sobre una base científica. Esto hay que admitirlo". 

Chandra Wickramasinghe, profesor de matemáticas aplicada y astronomía en la Universidad de Cardiff, dice: “La probabilidad de la formación de la vida de manera espontánea a partir de la materia inanimada es de 1/1040.000... (El denominador) es un número suficientemente grande para sepultar a Darwin y a la teoría de la evolución en su conjunto. No existió ningún caldo primitivo, ni en este planeta ni en ningún otro, y si los comienzos de la vida no fueron fortuitos, deben haber sido, por lo tanto, el producto de una inteligencia con un propósito determinado” (Fred Hoyle, Chandra Wickramasinghe, Evolution from Space, New York, Simon and Schuster, 1984, p. 148). 

El astrofísico Fred Hoyle se ocupa del mismo tema: “En realidad una teoría así (que la vida fue montada o convocada por una inteligencia) es tan obvia que uno se asombra de porqué no es ampliamente aceptada como algo autoevidente. Las razones son psicológicas antes que científicas” (Fred Hoyle, Chandra Wickramasinghe, Evolution from Space, p. 130). 

El bioquímico Michael Behe dice: “El resultado de esos esfuerzos acumulados en la investigación de la célula —la investigación de la vida a nivel molecular— resulta un estrepitoso, claro, agudo grito de “¡designio!”. El resultado es tan inequívoco y tan significativo que debe ser tenido como uno de los logros más grandes en la historia de la ciencia. Este triunfo de la ciencia debería hacer que miles de gargantas exclamen “¡Eureka!”. Pero ninguna botella fue destapada ni hubo manos aplaudiendo. Por el contrario, un silencio desconcertante, curioso, rodea toda la complejidad de la célula. Cuando el tema se trata públicamente se siente el arrastrar de los pies y la respiración agitada. En privado la gente se relaja un poco. Muchos admiten explícitamente lo obvio, pero luego clavan la vista en el piso, menean las cabezas y se conforman con eso. ¿Por qué la comunidad científica no admite con vehemencia su descubrimiento sobrecogedor? ¿Por qué la observación de una creación con un propósito o intención es tratada con tantos miramientos intelectuales? El dilema es que si a una parte de (la cuestión) se la etiqueta como creada por un designio inteligente, la otra parte debe ser etiquetada (con el nombre del creador, es decir) Dios” (Michael J. Behe, Darwin’s Black Box, New York: Free Press, 1996, pp. 232-33). 

“La evolución no tiene fundamento y es más que increíble” (Ambrose Fleming, presidente de la Asociación Británica Para el Progreso de la Ciencia, en “The Unleashing of Evolutionary Thought”). 

“No es la tarea de la ciencia el defender la teoría de la evolución, y adherirse a ella hasta sus últimas consecuencias, independientemente de qué tan ilógicas e infundadas sean las conclusiones que ofrece. Por el contrario, se espera que los científicos reconozcan la patente y obvia imposibilidad de los pronunciamientos y predicciones de Darwin… Vamos cortando el cordón umbilical que por tanto tiempo, nos ha mantenido sujetos a Darwin. Nos está asfixiando y deteniendo” (L. L. Cohen, Darwin Was Wrong: A Study in Probabilities. Darwin Estaba Errado: Un estudio en probabilidades, 1985). 

“Los científicos que siguen enseñando que la evolución (de la vida) es un hecho, son defraudadores mayores, y el cuento que enseñan, puede que sea el más grande engaño de la historia. No tenemos ni una jota de evidencia en apoyo de la evolución, (a la que Tahmisian llamó) una mezcolanza enmarañada de adivinanzas y malabarismos” (Fresno Bee, Agosto 20 de 1959, p. 1-B, citando a T. N. Tahmisian, un fisiólogo de la Comisión de Energía Atómica, E.U.A.). 

“La evolución… no sólo está siendo atacada por los cristianos fundamentalistas, sino que además está siendo cuestionada por científicos respetables. Entre los Paleontólogos, los científicos que estudian los restos fósiles, hay un creciente desacuerdo con el predominante punto de vista Darwiniano” (James Gorman, “The Tortoise or the Hare?” (¿La Tortuga o la Liebre?), Discover de Octubre de 1980, p. 88). 

“La verdad en este particular es simplemente que no tenemos evidencias confiables sobre la secuencia evolutiva… Aunque se pueden encontrar argumentos calificados y profesionales sobre que un grupo cualquiera fue el descendiente de prácticamente cualquier otro” (J. Bonner, Book Review (Revisión de un libro) en American Scientist 49:1961, p. 240). 

“La teoría darwiniana sobre la descendencia, no tiene en el contexto de la naturaleza, ni un solo hallazgo que la confirme. No es el resultado de la investigación científica, sino simplemente, un producto de la imaginación” (Dr. Fleishmann, citado por Erlangen, un zoólogo, en Why We Beleive in Creation, Not Evolution (Por qué Creemos en la Creación y no en la Evolución) de F. Meldau, p. 10). 

“Mis intentos por comprobar la evolución a base de experimentos, que se prolongaron por más de cuarenta años, han fracasado totalmente. Por lo menos, de lo que definitivamente no se me puede acusar, es que me haya iniciado partiendo de algún punto de vista pre-concebidamente anti-evolucionista” (H. Nilsson, Synthetic Speciation (Especiación Sintética), 1953, p. 31). 

“El control del paradigma evolucionista es tan poderoso, que una idea que parece más un principio de la astrología medieval que una teoría científica seria del siglo XX, ha llegado a aceptarse por los biólogos evolucionistas, como realidad…” (Michael Denton, Evolution: A Theory in Crisis (Evolución: Una Teoría en Crisis), 1988, p. 308). 

“Si uno se apoya exclusivamente en la imaginación para encontrar soluciones, ¿cómo puede uno asegurar confiadamente, que un mecanismo más que otro, fue el que originó la creación de los patrones (evolutivos) de organización? Nuestra ignorancia es tan enorme que no podemos asignar con precisión alguna, un grupo (o tronco) ancestral a los Filos Protozoa, Artrópoda, Molusca, y Vertebrata… Por la casi total ausencia de evidencia fósil relacionada con los orígenes del Filo, se concluye que cualquier explicación sobre el creativo mecanismo evolutivo de los patrones fundamentales, está importantemente cargado de hipótesis. Esto debería incluirse como un epígrafe en todos los libros sobre la evolución” (Pierre P. Grasse, Evolution of Living Organisms (La Evolución de los Organismos vivos), 1977, p. 178). 

“La hipótesis de que la vida se desarrolló a partir de materia inorgánica, es actualmente, un artículo de fe” (J. W. N. Sullivan, The Limitations of Science (Las Limitaciones de la Ciencia), 1933, p. 95). 

“Desafortunadamente en el área de la evolución, la mayoría de las explicaciones no son buenas. Es más, la mayoría ni siquiera califican como explicaciones, sino como sugerencias, corazonadas, y “sueños causados por la pipa,” que difícilmente merecen el calificativo de hipótesis” (Norman Macbeth, Darwin Retried (Darwin Vuelto a Juzgar), 1971, p. 147). 

“A final de cuentas, la teoría darwinista de la evolución, no es ni más ni menos que el gran mito cosmogónico del siglo XX” (Michael Denton, Evolution: A Theory in Crisis, 1985, p. 358). 

“El evolucionismo es un cuento de hadas para adultos. Esta teoría no ha ayudado en nada para el progreso de la ciencia. No sirve para nada” (Bounoure, Jefe de Investigaciones, en el Centro Nacional de Investigación Científica de Francia, Le Monde et la Vie (El Mundo y la Vida), Octubre de 1983). 

“No me satisface pensar que Darwin haya probado su punto, ni que su influencia en el pensamiento científico y público, haya sido benéfico… El éxito del darwinismo, se logró gracias a un debilitamiento en la integridad científica” (W. R. Thompson, Introducción al Origen de las Especies de Charles Darwin). 

“Los paleontólogos hemos pagado un precio exorbitante por el argumento de Darwin. Presumimos ser los únicos verdaderos estudiantes de la historia de la vida, y sin embargo, con el fin de preservar nuestro argumento preferido de la evolución por selección natural, consideramos nuestros hallazgos tan malos, que casi nunca vemos el proceso mismo que profesamos estar estudiando” (Stephen Jay Gould, The Panda’s Thumb (El Pulgar del Panda), 1882, pp. 181-182). 

“Sólo afirmo que el mecanismo de la evolución sugerido por Charles Darwin, ha sido hallado por los profesionales, como inadecuado, y que éstos han avanzado hacia otros puntos de vista y problemas. En breve, los biólogos calificados, ya no consideran válido al Darwinismo clásico” (Norman Macbeth, Darwin retried (Darwin Vuelto a Juzgar), 1971). 

Un científico tan famoso como Sir Ambrose Fleming la rechaza completamente; y lo mismo hace el científico de la Universidad de Harvard, Louis Agassiz, probablemente uno de los más grandes científicos que los Estados Unidos de América hayan producido. 

Geoffrey Bourne declaró recientemente que su examen de hombres y simios lo había llevado a la definida conclusión de que los simios evolucionaron de los hombres. Otro científico, B. C. Nelson, al examinar las similitudes que hay en la sangre de diversos animales, llegó a la conclusión de que el cerdo, y no el simio, es el pariente más cercano del ser humano. 

Michael Behe tiene razón cuando dice: “Finalmente, la comprobación de que la vida fue diseñada por una inteligencia, es un golpe para quienes, en el siglo XX, estábamos acostumbrados a pensar de que era el resultado de simples leyes naturales” (Michael Behe, Darwins’s Black Box: The Biochemical Challenge to Evolution, New York, The Free Press, 1996, pp. 252-53). 

Simpson un prominente escritor evolucionista de mediados del siglo XX, dice que ya es tiempo de que dejemos de buscar un mecanismo para los orígenes o cambios evolutivos. “La búsqueda por una causa de la evolución, ya se ha abandonado. Actualmente es obvio que la evolución no tiene una sola causa. Se puede argumentar que la teoría no tiene fundamento y que su estado es puramente especulativo” (G. G. Simpson, Major Features, pp. 118-119). 

“La dominante supremacía del mito, ha creado una ilusión generalizada de que la teoría de la evolución fue comprobada hace más de cien años, y que toda la subsecuente investigación biológica (paleontológica, zoológica, y de las nuevas ramas como la genética y la biología molecular), no han hecho sino proporcionar una creciente cantidad de evidencias a favor de las ideas Darwinianas. Pero nada puede estar más lejano de la verdad. El hecho es que desde hace más de cien años, las evidencias han sido tan escasas que el mismo Darwin tenía crecientes dudas sobre la viabilidad de sus puntos de vista; y que el único aspecto de su teoría que ha recibido apoyo alguno a través de más de un siglo, es lo que se refiere al fenómeno de la micro-evolución. Su teoría en general (que toda la vida terrestre se originó y evolucionó gracias a una acumulación gradual y sucesiva de mutaciones al azar), sigue siendo, como lo era en los tiempos de Darwin, una teoría altamente especulativa, completamente ausente de apoyo directo y fundamental, y muy lejana del axioma auto evidente que algunos de sus ‘más agresivos defensores’ desean que creamos” (Michael Denton, Evolution: A Theory in Crisis (Evolución: Una Teoría en Crisis), 1985, p. 327). 

“Cuando los evolucionistas mejor estudiados no pueden explicar ni el cómo ni el cuándo, las maravillas existentes parecen demostrar que la adaptación es inexplicable. Esta es una situación extraña, y sólo parcialmente justificable por la convicción poco científica de que el futuro se encargará de darnos las evidencias. Más bien, es atribuible a un capricho psicológico” (Norman Macbeth, Darwin Retried (Darwin Vuelto a Juzgar), 1971, p. 77). 

El responsable del departamento de paleontología en uno de los principales museos de E.U.A., declara: “la evolución no sólo no proporciona mayores conocimientos, sino que parece de alguna manera, transmitir anti-conocimiento” (Colin Patterson, Conferencia en el Museo Americano de Historia Natural, Noviembre 5, de 1981). 

“Siempre he tenido ligeras sospechas sobre la teoría de la evolución, por su capacidad de explicar cualquier característica de los seres vivos (el largo cuello de la jirafa, por ejemplo). Por lo tanto, me he propuesto investigar si los descubrimientos de los últimos treinta o más años, concuerdan con la teoría de Darwin; y creo que no lo hacen. Para mí que dicha teoría no es sustentable de ninguna manera” (H. Lipson, “A Physicist Looks of Evolution” (Un Físico examina La Evolución), en Physics Bulletin 31 (1980), p. 138). 

Vance Ferrell dice: “Robert Chambers (1802-1883) Fue un espiritista que decía comunicarse regularmente con espíritus y que como resultado de estos contactos, pudo escribir el primer libro sobre evolución llamado Vestiges of Creation (1844), impreso quince años antes de que Charles Darwin, escribiera su “Origen de las Especies,” y muy popular en la Gran Bretaña de su tiempo. Alfred Russell Wallace (1823-1913). Se considera que fue el hombre que desarrolló la teoría que Darwin después publicó. Wallace también estaba profundamente involucrado en el espiritismo cuando formuló la teoría que redactó en uno de sus escritos, y que Darwin, con la ayuda de dos de sus amigos (Charles Lyell y Joseph Hooker), se pirateó y publicó primero, bajo su propio nombre. Fue así que Darwin, gracias a que era un hombre rico, obtuvo los derechos de autor sobre la teoría que le pertenecía a Wallace, un empobrecido teórico. En 1980, Arnold C. Brackman, en su libro, A Delicate Arrangement (“Un Delicado Arreglo”), denunció que Darwin había plagiado el material de Wallace, y que por influencias, fue que se arregló que el trabajo plagiado por Darwin fuera leído primero en la Sociedad Real de Londres, ya que la presentación de Wallace fue deliberadamente pospuesta, para que Darwin se le diera prioridad sobre tales ideas (la teoría de la evolución). A partir de entonces, Darwin pudo dedicarse tranquilamente, a trabajar en su libro. Se sabe que en 1875, Wallace se declaró abiertamente a favor del espiritismo y del Marxismo (otro hijastro del Darwinismo). Esta era la teoría de Wallace: “Que las especies han cambiado en el pasado, de tal forma que una especie descendió de otra en una manera que no podemos comprobar actualmente,” y exactamente eso es lo que hoy la evolución enseña….Charles Darwin (1809-1882). Nació en la riqueza y pudo darse una vida fácil. Estudio dos años de medicina en la Universidad de Edimburgo, y luego desertó. Ese fue el único entrenamiento científico que jamás recibió, pues dado que pasaba su tiempo en los bares con sus amigos, difícilmente lograba aprobar sus cursos. Darwin no tenía ningún propósito en particular en su vida, aunque su padre, sin objeción por parte de Darwin, tenía planes de conseguirle un trabajo bien pagado, como ministro Anglicano. Fue cuando un pariente con influencias, le consiguió la posición de “naturalista” sin pago, en un barco, el Beagle, que planeaba viajar alrededor del mundo. Darwin abandonó sus planes previos y se embarcó. El viaje duró desde diciembre de 1831 hasta octubre de 1836. Es interesante que después de entrar en el espiritismo, ciertos hombres en la historia, hayan sido embargados con un profundo odio a Dios y han sido guiados a inventar enseñanzas impías, que han dañado las mentes de gran número de personas, mientras que otros, se han involucrado en guerras que han aniquilado a millones. Como ejemplos de espiritistas de renombre, están Sigmund Freud y Adolfo Hitler. Aunque no es muy conocido, se sabe que también Charles Darwin, mientras navegaba en el Beagle, fue invitado a practicar la brujería con los nativos en América del Sur, tomando parte en sus ceremonias, aun mientras montaba a caballo. Se cuenta que después de tales experiencias algo le sucedió, pues desde su regreso a Inglaterra, su salud siempre estuvo extrañamente debilitada, mientras pasaba el resto de sus días, intentando destruir la fe en el Creador, por medio de sus teorías. Después de tomar parte en las ceremonias de brujería, no solamente su mente fue afectada, sino que también su cuerpo: Darwin desarrolló una enfermedad crónica e incapacitante, y cayó en una depresión que nunca pudo sacudirse. (Random House Encyclopedia, 1977, pag. 768).