El 21/12/12, se vaticinó el “fin del mundo” y
fue esperado por decenas de miles de personas alrededor del mundo. Muchos no
sabían lo que significaba, pero el poderío de Hollywood y de los medios por fin
lograron sembrar dudas y miedo en muchos, tanto como para esperar cualquier
cosa: un meteoro, un viento solar, la oscuridad total, naves espaciales, un
gran terremoto, inundaciones… Todos estuvimos pendientes, de alguna u otra
manera, de los eventos mundiales mientras iban pasando las horas. Todos dimos
opiniones, algunos a favor, otros en contra, unos con indiferencia otros con
interés. Las redes sociales, los periódicos, los noticieros, la radio, el
Internet también difundieron sus posiciones objetivas o subjetivas. Hasta el
comercio se vio beneficiado de alguna manera.

- La
gente repite lo que oye en la calle y lee de fuentes no objetivas. Muchas de las opiniones que
uno pudo escuchar provinieron de malas interpretaciones, de teléfonos
chochos y de fuentes deseosas de propagar una mentira nueva, un rumor
fantástico, un vaticinio morboso; nunca de datos fehacientes, sometidos a
un juicio de expertos o criterios científicos. Parece que no nos
preocupamos por corroborar las cosas, por pereza o por falta de tiempo.
- Algunos
quizá no creían que no se acababa el mundo, pero no sabían por qué. Muchos, por siempre llevar la
contraria, parecer interesantes en una conversación o creer que pueden
conocer más que los que no conocen, argumentaron su duda al respecto sin
utilizar ningún fundamento en nada particular, sólo en sus propias
opiniones que, por supuesto, los pone en el mismo saco de los que creyeron
sin saber porqué. Escuché argumentos tan absurdos en contra como los que estaban
a favor.
- Los
países desarrollados no superan a los “subdesarrollados” en materia de
ignorancia.
Algunas encuestas que se difundieron arrojaron datos espeluznantes: China
20%, Argentina 12%, Estados Unidos 10%, México 11%... (confieso que no
corroboré las fuentes ni la incertidumbre del estudio), además de los
países europeos. Lo que nos advierte sobre un hecho muy importante:
desarrollo económico no implica objetividad en las creencias. Así que
habría que redefinir el término “desarrollo”. (Sería bueno hacer un
estudio de correlación entre ambas variables).
- Se
tergiversan muchos términos y conceptos bíblicos (que son los que tienen
más significado en estos temas por ser el “libro del fin”). La mayoría de las respuestas
escépticas y comentarios en este hemisferio occidental, se esgrimieron
desde la acera cristiana, como podía preverse. Sin embargo, mucha gente (personas
comunes y corrientes, comentaristas, periodistas, etc.) se refirió con
terminología bíblica escatológica (estudio de los tiempos finales) como
Armagedón, Apocalipsis, Juicio Final… como sinónimos. Lo cual es
incorrecto. Armagedón es la trascripción griega de la palabra hebrea
Harmegiddo (En hebreo monte de Meggidó, situado en una antigua ciudad de
Israel a la par de un inmenso valle), donde según el Apocalipsis (16:16,
19:11-19), se llevará a cabo la gran batalla entre los ángeles de Satanás
y los ángeles de Dios. No es el fin del mundo según lo entienden algunos,
es el lugar de una batalla que ocurriría antes del gobierno del Mesías por
mil años y mucho antes del Juicio Final. Por cierto el Juicio Final es
precisamente eso, un litigio con Juez, abogado y por supuesto, acusado
(Ap. 20:11-15). Y Apocalipsis es el nombre del último libro del Nuevo
Testamento, escrito por Juan en la isla de Patmos en el Mediterráneo, y
significa Revelación. Es culpa de la Cristiandad, no cristianismo, al
siempre dar ideas difusas de las doctrinas bíblicas. Muchos dicen ser
cristianos o católicos, pero desconocen los fundamentos de su propio
libro.
- El
aparato mediático influyó de una manera especial. No cabe duda que el
amarillismo es una enfermedad en la sociedad. El ser humano por naturaleza
es morboso, le gusta ver pleitos, accidentes, desastres, muerte,
sufrimiento de otros y por supuesto, fines del mundo. Y los medios,
conocedores de esta verdad, aprovechan como mercachifles de la información
para propagar el miedo y difundir la paranoia. Cosa que, el gran imperio
de las ideas equivocadas y antojadizas de esta era, Hollywood, aprovechó
esta situación para entregarnos su perspectiva (errónea, absurda,
fantasiosa) y sembrar el terror en las mentes débiles que compran sus
películas y van al cine.
- Sólo
fue uno de los 184[1]
vaticinios similares. Ese número nos da una luz de lo que ha pasado través de la
historia, en diferentes épocas y por religiones distintas: en cambios de
milenio o de centuria, venidas de Jesucristo o cosas similares. 184
vaticinios anteriores que nos revelan la tendencia del ser humano por temor a lo desconocido o por siempre
creer que cuando un oráculo del fin de todo lo que conoce está cerca, debe
creerlo, sin preguntarse realmente por una explicación a todo esto. Es un
miedo natural al fin de las cosas.
- El
miedo y la opresión de la conciencia son los elementos que usan los
gobiernos, comercios y religiones para subyugar las mentes. Aquí no hay mucho qué decir
además del subtítulo. La religión ha subyugado las mentes de sus fanáticos
imponiéndoles dogmas y negándoles el derecho a cuestionarlos, pronunciando
sentencias condenatorias y señalando con el dedo inquisidor de un dios
castigador e inclemente. El mismo sistema lo utilizan los gobiernos
subiendo impuestos, creando leyes, siendo corruptos impunes… y el
comercio, haciendo mercancía de la desgracia de ser ignorante, para vender
esperanza y salvación. Yo me pregunto, ¿para qué vendieron refugios y no
los regalaron? ¿para qué habría de servir el dinero de las ventas a los
comerciantes si el mundo iba a dejar de existir? ¿por qué aquellos que los
compraron no notaron esto? Respuesta, el miedo es un gran negocio.
- Las
religiones del mundo, así como las creencias especiales de grupos
sectarios y nueva era, convergen de manera indeterminada cuando se trata
de cuestiones escatológicas, convirtiéndolas en una nube difusa de
creencias en conflicto. Tal vez esta era es la que tenga más creencias que nunca antes. La
ignorancia, otro gran negocio, ha hecho pulular multitud de religiones,
sectas, denominaciones, creencias particulares y cultos. Quizá haya un
culto nuevo cada día o haya uno por cada cabeza, no conozco una
estadística certera. Sin embargo, en cuestiones escatológicas, pareciera
que todas convergen en similares consecuencias. Lo que da una luz del
fundamento con que fueron originadas estas creencias, pues si todas tienen
doctrinas distintas, no habría manera de que estuvieran de acuerdo en un
hecho como el del 21-12. Esto se llama sincretismo, donde algunos sistemas
de creencias se parecen a otros, toman y quitan partes de aquí y de allá, se
entrelazan, se combinan, se enredan, en fin… pierden peso y estabilidad.
Pero otra condición del hombre moderno es la de parar el oído cuando hay
alguna idea nueva, revolucionaria, mejor; como si ya no existieran
suficientes creencias.
- Es
un problema de incultura y no falta de información. En un programa de radio,
escuché al célebre Jacques Sagot opinar al respecto de esta fecha y me
llamó la atención esta diferenciación que hizo. No es falta de
información, pues a la mano está, en la mayoría de los casos, un universo
de información llamado Internet. No imagino haber tenido esta herramienta
al alcance en mi tiempo de secundaria, siendo la esponja que era, sería
ahora un notable erudito (o un charlatán ecléctico), pero hay un fenómeno
que lo veo en los salones de clases: entre más información haya
disponible, menos personas quieren tomarla. Es casi matemático,
información accesible es inversamente proporcional al interés de las
personas. Pero sí hay incultura, que es una consecuencia de este exceso de
información. También parece ser que al abrirse este abanico de posiciones,
evidencias, opiniones, estudios… las personas o llegan a ser expertas en
nada o eclécticas, pero sin un criterio firme, determinado. Es un problema
filosófico del campo de la pedagogía que hay que tomar en cuenta.
- Desconocimiento
de las matemáticas elementales y de la ciencia en general. No hay nada más imperfecto y
de uso cotidiano que los calendarios. La determinación del tiempo ha sido
un problema histórico. Todas las grandes religiones tienen su propio
calendario y ninguno es tan inexacto como el nuestro, el gregoriano. Los
mayas por su parte, tenían el suyo, dispuesto de tal manera que
coincidiera con su cultura y sus ritos, su agricultura y adoración a los
astros y cosas. Utilizaban múltiplos de 4, 5, 13, 20… completamente
diferente a nuestra base judeo-babilónica de 7 y 60. Así que luego de que
encontraran este calendario particular maya, alguien calculó su
equivalente gregoriano (alguien no, fueron muchos y distintos) y dijo que
el final de la era maya sería el 21-12. Pero sólo es una de las diversas
posiciones, pues hay otras (no sé cuál es la más fidedigna) y resultó que
al no haber una fecha posterior a esta última, sería el fin de todo. Pero
estos chapuceros que propagaron la idea, no tomaron en cuenta que la
concepción Maya del tiempo era cíclica. Si termina ahí, es porque vuelve a
comenzar. Por otro lado, no hubo evidencia de alguna situación fuera de lo
normal en los vientos solares, actividad del campo electromagnético de la
Tierra o de algún peligro de colisión de algún asteroide intruso. Los
planetas estaban en las posiciones en las que debían estar en sus órbitas
y todo transcurrió normal Por cierto, astronómicamente, nunca puede
existir una alineación perfecta de los planetas, pues la velocidad,
trayectoria, órbita, distancia al Sol y gravedad, forma un intrincado
sistema de ecuaciones diferenciales cuya solución particular (que haya
alineación) sería improbable, y si ocurriera, no pasaría nada tampoco.
- Leer
y publicar cualquier cosa en Internet, promueve la proliferación de
teorías falsas.
La libertad que tiene cualquier persona de publicar lo que se le antoje
(como este artículo) complica las cosas. Los artículos serios y estudios
de páginas científicas oficiales se confunden con blogs de opiniones,
comentarios sin base científica alguna, pseudos-ciencia, charlatanería…
como derramando veneno a un vaso de leche. Esto ocurre sobretodo en las
redes sociales, donde la cantidad de amigos o seguidores de una persona
determinada (científica o no) hace propagar exponencialmente un rumor u
opinión, y lo convierte en una teoría aceptada a nivel mundial. Otra vez,
como en un teléfono chocho.
- Contradicciones
de los mismos descendientes de los Mayas. Ni siquiera estos mayas estaban de acuerdo.
Escuché los criterios de por lo menos tres distintos sacerdotes mayas en
los medios, y todos dijeron cosas distintas, casi diametrales, sin ningún
punto común o una estructura sólida. Lo que me hizo pensar en la peor de
las posibilidades: ni los propios mayas conocen su legado ni saben
interpretar su calendario. Cosa que no me parece tan descabellada, pues la
cultura en la que se basó este calendario, no es la misma que la que vive
en las regiones de la península de Yucatán. Los Mayas desaparecieron hace
cientos de años y no hubo continuidad en su legado cultural.
Lamentablemente, se perdió como se perdieran miles de textos de la
biblioteca de Alejandría en el siglo IV. Así que, nunca sabremos con
certeza.
Sin duda hay algo que si habrá al final de los
tiempos II Ti 4:3-4.
[1] Ese dato es aproximado. Lo escuché de una
fuente suficientemente confiable (Jacques Sagot, erudito, pianista, escritor,
embajador de Costa Rica en Francia) el mismo día 21-12 en el programa de radio
Nuestra Voz, de Amelia Rueda.